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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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30-12-2012

 

 

 

 

 

 

UNIDAD DE ocupACCIÓN:

SURda

 

 

Fernando Moyano


 

Política militar y militarización de la política



Las divisiones evidenciadas en la bancada frenteamplista cuando el gobierno pidió al parlamento prolongar la ocupación militar de Haití, como lo hace todos los años sin mucho trámite, han provocado esta vez una polémica.

La negativa a votar de algún parlamentario, en todo caso, debería ser cuestión aceptada dentro de la vida democrática. Después de todo este es un país republicano en el que debería haber independencia de poderes.

Lo mismo en cuanto a la existencia de distintas posiciones dentro de una organización política plural. Si hay algo que nos ha enseñado la Historia es que en política es imposible desterrar el disenso.

El emerger de hoy de estas diferencias, que no son nuevas, en un tema que hasta ahora se pudo gestionar manteniéndolas silenciadas, se debe a una razón evidente.

La ocupación militar de Haití, crucial para mantener el actual sistema de dominación imperial, con la participación primordial de los países latinoamericanos y muchos gobiernos de pretendida izquierda, es algo que inevitablemente terminaría desgastándose.

Por un parte, por la creciente resistencia del lado de los haitianos. Por la otra, por el creciente bochorno del lado de los uruguayos.

Pero lo que resulta significativo es la reacción ahora de los responsables de que las cosas llegasen a este punto. Ante los primeros asomos de la disidencia: apelan a las sanciones disciplinarias.

Esto es lo que dice Lucía Topolansky porque *Esteban Pérez (ver nota abajo) se negó a votar “Este no es un tema que tuviera libertad de acción, no es un tema filosófico ni de conciencia, es un tema de postura política" [Hay] "un mandato... tiene dos caminos: acepta el mandato . .." o renuncia.

Aquí tenemos, para empezar, la lógica del mundo al revés: Como no se trata de un tema tan importante... ¡hay que callarse la boca y acatar!

No es, además, un tema de conciencia, ¡qué va a ser, si se trata apenas de un acto de guerra, de la ocupación militar de un país hermano!

Hay un mandato, dice Lucía. ¿Y con qué legitimidad se emite ese mandato? ¿No dice acaso la Mesa Política del Frente Amplio el 21 de diciembre, que sigue incumplido lo que resolvió el Congreso del FA (programar un “retiro progresivo”)? ¿Se apoya esta decisión en una libre discusión democrática previa, cuando los mismos diputados dicen que el tema quedó pendiente de discusión el 14 de diciembre de 2011, y la Mesa lo trata el 21 de diciembre del 2012, un año y una semana después, para que se aplique en la sesión de Diputados del 27 de diciembre? Y aún en ese caso ¿con qué legitimidad se mandata a los senadores en la sesión del 20 de diciembre, si el organismo partidario se pronuncia el 21?

No le pidamos prolijidad a esta gente que ha abandonado cualquier coherencia conceptual en aras del oportunismo. Pero pese a todo la izquierda uruguaya es políticamente culta y no está formada por recién nacidos.

Por eso, cuando se dice por ejemplo que estas actitudes en disidencia de algunos parlamentarios vulneran la “unidad de acción” , nos permitimos recordar el significado estricto de este concepto político.

Unidad de acción” , ¿qué quiere decir?

Si distintas fuerzas políticas, pongamos dos por caso, tienen UNA un pensamiento general rojo-verde-amarillo y quiere realizar las acciones A, B y C , y OTRA un pensamiento azul-naranja-gris y quiere hacer A, B y J, pueden hacer dos cosas.

Pueden ponerse a discutir desde los fundamentos últimos de lo verde, naranja, y azul.

O pueden decir: Estamos de acuerdo en A y en B; veamos entonces como trabajar juntos en eso; también como hacer para no trabajar uno contra el otro en lo demás tratando de que C no sea anti-J ni J anti-C; y nos damos un espacio democrático y respetuoso para ir discutiendo tranquis lo rojo, lo verde, lo gris y lo naranja, sin que eso vulnere la acción común.

Eso tan simple es la unidad de acción. No pretende eliminar las diferencias, y no obliga a nadie a hacer aquello en lo que NO se está de acuerdo. Es una unidad “de acción” EN LO QUE SE ESTÁ DE ACUERDO.

Hay otro concepto de uso corriente en nuestra cultura de izquierda y es el de “ unidad ante el enemigo común” . Es un poco diferente porque en este caso sí se apela a dejar de lado las diferencias menores para hacer un frente común ante una grave amenaza.

La Mesa del FA se congratula porque la UNASUR, a pedido uruguayo, retirase de su resolución la frase: “Haití representa una amenaza para la paz de la región” . ¡Necesitaron ocho años de ocupar el país para darse cuenta de eso!

Sin embargo, si se hubiese mantenido esa frase absurda podríamos entender mejor la postura oficialista. Así, menos todavía.

Podrían haber dicho algo más o menos así: En nuestra coalición hay quienes están a favor de una ocupación puramente militar y sin plazo, y otros quieren una ocupación “cívico-militar” combinada con retiro programado a cinco años... pero ANTE LA GRAVE AMENAZA que representan los haitianos decidimos dejar de lado esas diferencias menores en aras de la UNIDAD.

Disparatado pero entendible. En cambio, si Haití NO ES UNA AMENAZA, ¿por qué es tan inaceptable que haya diferencias sobre LA OCUPACIÓN MILITAR DE UN PAÍS HERMANO, que nada malo nos ha hecho ni nos hará? ¿Por qué poco menos que se cae el mundo si alguien aparece con una diferencia?

En política todo pasa por alguna razón. Tratemos de explicar esto que ocurre, en términos de lucha de clases.

El actual gobierno frenteamplista siente una amenaza: el posible retorno de la derecha. Pero ¿de qué depende esa posibilidad? Esto es, palabra más palabra menos, lo que piensan, y no es un secreto.

Nosotros -dicen- tenemos un apoyo de izquierda de un 25%, y un voto prestado de derecha de un 25% (más o menos). Para mantener todo eso debemos hacer un GOBIERNO DE DERECHA, o perderemos ese voto prestado. Por otro lado tenemos una oposición burguesa tradicional que nos controla el estricto cumplimiento del programa de derecha. Nosotros no somos los dueños del negocio ( o sea los dueños del poder rea l), tan solo concesionarios. Si queremos que nos renueven el contrato tenemos que dar garantías creíbles de nuestra gestión a los dueños (o sea: la burguesía y el imperialismo ).

¿Qué es lo que esperan ellos que hagamos? Que contengamos las demandas de los sectores subalternos, los explotados y oprimidos. Si hacemos eso somos creíbles (y necesarios ), si no lo hacemos no somos creíbles (ni necesarios ), y les van a conceder el contrato a otros gestores más confiables.

Por eso la “unidad de acción” burocrática y cerrada nos es tan necesaria. Porque si los distintos elementos de nuestro EQUIPO CONCESIONARIO DE GESTIÓN empiezan a tomarse libertades, si se nos INDISCPLINAN LOS CUADROS, les van a a dar MALAS IDEAS a los oprimidos que están abajo y no vamos a dar GARANTÍAS DEL DISCPLINAMIENTO de esa masa social.

Hasta ahí todo muy claro. Pero ¿qué tiene que ver Haití en todo esto?

Si la burguesía uruguaya fuese un poquito más robusta, si fuese como la burguesía brasileña , por ejemplo, podríamos pensar: Estos burgueses tienen intereses propios en Haití, tienen inversiones de capital en empresas que explotan y súper-explotan el trabajo de los haitianos (como pasa con los burgueses brasileños), forman una cadena productiva que permite tener sectores de trabajadores calificados en este país (Uruguay si fuese como Brasil), que ganan mejor y por lo tanto están a favor de mantener el capitalismo. Si nosotros -el gobierno- retiramos a los milicos de Haití, la rebelión de los haitianos les haría perder el negocio a nuestros burgueses Y NOS QUITAN LA CONCESIÓN.

Este planteo sería válido si Uruguay fuese como Brasil, que obviamente no lo es. El único “interés económico uruguayo” en Haití es el interés mercenario y corrupto de los milicos como fuerza parasitaria al servicio del imperialismo, que se maman con la plata del combustible que roban falseando las bitácoras, y después se traen algunos pesos para hacerse acá una casita (véase la intervención de Esteban Pérez en el parlamento).

Pero ¿en qué va la burguesía uruguaya en eso, y despu és con eso el gobierno uruguayo? Alguna cosa moja algún burgués o algún político corrupto con las compras fantasmas de las fuerzas armadas, pero eso es algunos.

Los burgueses uruguayos nunca podrán ser “capitalistas como la gente” como sueña el Pepe. Son un caso patético de burguesía frustrada, nunca tuvieron un proyecto propio. Su medio de vida es la reproducción simple del capital y no llegan a la reproducción ampliada. Mojan en alguna comisión por la venta de recursos naturales al capital transnacional, o por la introducción de bienes de la industria transnacional a nuestro mercado interno fundiendo a otros burgueses uruguayos, cobran algún puntito en algún bono financiero, y si pueden explotan por algún tiempo a los trabajadores uruguayos aumentando la intensidad del trabajo (la productividad les queda grande) hasta que se funden, o se rajan antes a algún sector del capital parasitario.

Así las cosas, los burgueses uruguayos deben estar siempre muy pegados al imperio de turno. No tienen intereses DIRECTOS en Haití, pero tienen un interés claramente definido en ser cipayos. Los yanquis son los que organizan el capitalismo mundial y los burgueses uruguayos no tienen vida propia ni quieren tenerla.

Los burgueses uruguayos necesitan unas fuerzas armadas hipertrofiadas porque ellos mismos como clase son comparativamente débiles. Esas fuerzas armadas no sirven para nada en la defensa territorial del país, pero en cambio pueden servir como parte de la policía globalizada. De esta forma, además, se las mantiene y adiestra repartiendo los costos, de otra forma sería muy caro.

Como este gobierno necesita estar en buenas relaciones con la burguesía, y necesita ofrecerle una garantía para que lo dejen ejercer como concesionario, necesita también respetar la presencia de las fuerzas armadas.

¿Por qué no puede “reducirlas y profesionalizarlas” según dicen que quieren? Porque necesitarían licenciar sus tres cuartas partes, y encontrar un “empleo genuino” para toda esa gente. ¿Y dónde? Este gobierno de pretendida socialdemocracia pero sin base material redistributiva, no puede resolver ese problema. En cambio el negocio mercenario (la policía globalizada) le permite mantener un sector de miseria en los cuarteles y tener así un doble colchón. En el presente, dándoles empleo y oportunidad de algún mango extra por misión, y en el futuro potencial para contener algún desborde de rebeldía popular que pudiera aparecer.

Vemos que el aborto, por ejemplo, puede ser tema de “conciencia”, pero la guerra no. ¿Por qué? Porque el aborto clandestino puede ser negocio privado de algunos empresarios médicos, tal vez amigos de Tabaré o tal vez no. Pero el negocio mercenario es negocio de Estado.

Un senador frenteamplista se lamentó el 20 de diciembre de la inconveniente difusión mediática que tuvo la violación de un joven haitiano por efectivos uruguayos.

Pero el 27 de diciembre un diputado frenteamplista revela “corruptelas” de esos efectivos (pequeño negocio individual subsidiario del negocio mercenario) y provoca el “malestar” de las autoridades de la fuerza política. La verdad es un acto de indisciplina.

Cuando el proyecto político incluye el cuartel, la disciplina política pasa a ser disciplina cuartelera.


*INTERVENCIÓN DE ESTEBAN PÉREZ EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS ANTES DE RETIRARSE DE SALA


SEÑOR PÉREZ (don Esteban).- Pido la palabra.

SEÑOR PRESIDENTE (Orrico).- Tiene la palabra el señor Diputado.

SEÑOR PÉREZ (don Esteban).- Señor Presidente: este es un temita que tiene ya ocho años. En reiteradas oportunidades hemos manifestado nuestra posición, que tiene un matiz de diferencia. Respeto el otro matiz y pido el mismo respeto para el mío.

Llevamos ocho años en Haití y hoy estamos considerando la posibilidad de una prórroga por otro año más. Estamos hablando de nueve años, prácticamente una década, y, sin embargo, la situación de Haití sigue igual, con un 80% de la población por debajo de los niveles de pobreza y con una dependencia acentuada.

Es un país que se ha vuelto tropadependiente. Hay toda una industria que gira en torno a las bases, y la población ha ido adquiriendo en muchos aspectos una característica de marginalidad, de dependencia. Prolifera la timba, la prostitución y el 90% de la enseñanza está en manos de centros privados.

Por otra parte, creo que en el nuevo orden mundial el tema de las misiones de paz debe ser mirado con lupa, porque a veces no se lleva la paz, sino que lo que se pacifica es la lucha de clases, y ahí tenemos un matiz importante.

En Haití se dice que estamos para que no estén los norteamericanos. Sin embargo, nuestras Minustah han participado en la represión de manifestaciones de carácter popular por reclamos de salarios, por reclamos de que se retiren las tropas que el pueblo considera que son de ocupación, y hay una realidad social que dice que en las zonas francas, que están al mando de Estados Unidos y de Francia, se trabaja dieciséis horas por día por un jornal de US$ 0,80, por $ 18 por día. Esa es la realidad y eso es lo que evitamos con nuestra presencia: que la población profundice sus necesarios reclamos.

Tengo muy presente nuestra dictadura cívico militar, que siempre tenía un pero para ir estirando la realización de la democracia, y así llegamos a casi trece años de dictadura. Siempre había un pero.

Nuestro país, desde su modestia, tiene y tuvo otras posibilidades de dar un apoyo a ese pueblo de Haití. Ese país necesita capacitar gente para desarrollarse. No podemos aportar grandes capitales, pero sí podemos aportar capacitación. Si hubiéramos abierto becas en nuestros centros de estudio, en ocho años habríamos formado dos generaciones de maestros, varias de torneros, de mecánicos y de carpinteros, varias de peritos agrónomos y una de ingenieros agrónomos, de médicos, de químicos, etcétera. Nuestra Universidad es gratuita y, muchas veces, vienen del exterior para utilizar la gratuidad y llevarse los conocimientos. Aquí deberíamos ofrecer esas becas a los hermanos haitianos para que se capaciten y vayan, con nuestros conocimientos, a desarrollar a su pueblo. La soberanía de Haití se genera con el propio desarrollo, con la capacitación de su pueblo, y no con tropas que, en los hechos, no han realizado otra cosa que perpetuar que el 80% de la población esté por debajo de los índices de pobreza y apenas orillando la enseñanza primaria.

Y me preocupan otras cosas. Me estoy preguntando si no habrá una sustitución, por la vía de los hechos, de las Escuelas de las Américas, aquellas a las que mandábamos a nuestros oficiales, en Panamá, para que aprendieran cosas que no podían en Uruguay. Y aprendían cosas, sí, pero también les hacían la cabeza, les hacían el "bocho", y luego actuaron como tropas de ocupación de nuestros pueblos.

Allí se da la convivencia con oficiales latinoamericanos y también con oficiales estadounidenses. La base principal de Estados Unidos es el aeropuerto, donde tiene concentrados, fundamentalmente, oficiales de inteligencia, que no están solo por el tema de las comunicaciones, sino para ver qué hacen aquí con nuestra oficialidad y la de los otros países latinoamericanos. Además, nuestras tropas se forman allí con la visión de que los problemas políticos y los reclamos populares se solucionan con tropas. No me parece sano para una democracia que formemos tropas y oficiales en ese escenario .

En otro orden de cosas, hemos oído y visto  porque convivimos en zona de militares  que nuestros soldados vuelven con plata para hacerse una modesta casa en un asentamiento. Triste forma de hacerse una casa es ir a otro país a ejercer determinadas actividades que, a veces, no consideramos plausibles. En realidad, lo que deberíamos desarrollar son políticas sociales desde el Ministerio de Defensa Nacional. Si los soldados deben ir a otro país para tener su casa es porque nosotros no hemos resuelto cómo generar planes de vivienda para nuestros funcionarios públicos más pobres. No debe ser agradable pasar un año lejos de su familia para traer unos flacos pesos, corriendo quién sabe qué riesgos en otros países.

Se dice que estamos patrullando la costa porque hay un problema de narcotráfico. El problema del narcotráfico es para Estados Unidos y no para Haití. Estados Unidos minó su frontera y llevó adelante una muralla con México, similar a la de Berlín, para evitar el narcotráfico, formando de esa manera un corredor acuático. Lo que estamos haciendo con el patrullaje es evitar que el narcotráfico vaya hacia Estados Unidos, mientras esa nación tiene sus tropas de aventura en diversos países del mundo.

¿Estamos haciendo bien el patrullaje? Tengo información de que ni siquiera eso lo estamos haciendo bien. La ONU exige veintiuna horas mensuales de patrullaje por lancha y tengo información de que están en el puerto sin la ametralladora MAG  se desmantela  para que los oficiales salgan a hacer turismo a República Dominicana. He recibido información desde Haití  aún tengo la oreja caliente de hablar por teléfono  de que las lanchas quedan moderando en el puerto para hacer andar el reloj que indica las vueltas del motor, así cuando llega la inspección denuncia que se patrulló. Y hay un problema: una lancha andando seis horas gasta 300 litros de combustible, pero moderando gasta 50 litros. Me genera dudas sobre qué pasa con esa diferencia de combustible en un país en el que no hay energía eléctrica y en el que los que pueden tienen un generador que funciona, precisamente, a combustible. Estos aspectos nos preocupan.

Obviamente, se miente en las bitácoras, porque si la lancha no sale a patrullar, se debe generar una bitácora que indique que sí lo hizo y que coincida con los kilómetros, aunque no con el gasto de combustible.

Esta es la información que hemos recibido y, obviamente, debemos guiarnos por ella.

Como la corruptela es bastante generalizada, las inspecciones de los altos jerarcas de la Minustah avisan cuando van y, por lo tanto, las ametralladoras se colocan en las lanchas.

Hemos tenido que rescatar una lancha que había quedado a la deriva  habían perdido el ancla , que supuestamente estaba patrullando contra el narcotráfico  dicho sea de paso, en el último año nunca se interceptó a ningún narco  y cuando llegaron, advirtieron que estaban todos en "cuete"  parece que estaban festejando la Navidad ; venían de República Dominicana, sin ametralladora y con muchos litros de combustible en el cuerpo.

Señor Presidente: consideramos que hay un límite en el que uno tensa la cuerda de la ética, pero la llevamos tensando desde hace ocho años. Hemos agotado las instancias para que haya una discusión seria y profunda; no hemos tenido suerte, quizás, porque nuestro planteo no es serio.

Por lo tanto, nos vemos enfrentados a un problema de conciencia. En este punto, me veo en la disyuntiva de acatar mi conciencia y el mandato superior de mi fuerza política, que es el Congreso, que ordena, a través del ar­tículo 41 de su Programa, replegar las tropas de Haití o acatar un mando menor.

Tampoco quiero votar en contra de mi Presidente, Pepe Mujica, a quien considero un revolucionario íntegro; lo ha demostrado: sigue pensando como revolucionario y en la medida en que las circunstancias lo permiten, actúa de acuerdo con su pensamiento. No puedo votar contra él, un hombre que trasciende por su amor a la humanidad, más allá de su investidura y de nuestras fronteras. No obstante, entiendo que levantar la mano a favor de esta posición también sería traicionarlo a él y a muchos que cayeron.

Por eso, señor Presidente, la única salida que nos queda es no votar, retirarnos de Sala y aguantar los chaparrones que puedan venir.

Gracias, señor Presidente.


Contribución a la información del tema de la
COORDINADORA POR EL RETIRO DE TROPAS DE HAITÍ




 
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